Do you believe that miracles still happen, or are miracles something that only occurred during the time when Jesus preached to the people years ago? Today’s gospel tells us about a miracle with the huge catch of fish. This miracle did happen, and miracles do still continue to happen in our world today because God never stops loving us and He never abandons us. When our failures turn into success, when sadness turns into gladness, when we feel like quitting but then have renewed confidence, these are all miracles. God is always looking out for us; we just need to see His plans for us.

A true miracle is not about getting large amounts of money, success, or some cure. It is a change for the better, a change for more, a change in our way of life, being raised from our ordinary daily life to sharing our love of Christ with others. To see the miracles in our own lives, we must first listen to God and obey what His plans are for each one of us, and follow where He is leading us each day—not only on Sundays. Simon had been out in deep water all day fishing and ended up with empty nets. Then, Jesus told him to go just a short way out and cast his nets. Now, any true fisherman knows that the further away from shore you go, the greater your chance of catching any fish. Yet Simon listened to Jesus and stayed close to shore. Had Simon not listened when Jesus spoke, he would have missed out on that miracle.

Watch for the miracles in your own lives, because what might seem like something ordinary might just be a sign from God. I used to travel on business all over the world, and on one such trip, a coworker told me that she collected little stones from her friends when they traveled to different states. She did not have a stone from Ohio, and she knew that I was planning on stopping there on my next trip. While in Ohio, I spent a lot of time with family, and remembering to get her a stone was not on the top of my list. But just before heading to the airport, I decided to stop at the cemetery and pay a visit to my dad’s grave. While standing there, I questioned if I had been a good daughter, if I had done enough to let my father know that I truly loved him. That is when I remembered that I forgot to get the stone. I looked down, and there on my dad’s grave were a few small stones. I grabbed one and put it into my purse and headed home.

The next day at work, I placed that stone, without looking at it, on my coworker’s desk and explained to her where I got it from. She just looked at me and said thank you. A few minutes later, she came to my desk and asked me if I wanted the stone back because when she turned it over and saw the side that had been against the ground of the cemetery, there was what looked like a smiley face indented in the stone. I knew then that both my Heavenly Father and my birth father loved me and knew that I loved them. To me, this was a miracle. What do you think? So, watch for those little miracles—they happen all the time. (PC)

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¿Crees que todavía ocurren milagros?

¿Crees que todavía ocurren milagros o son milagros algo que sólo sucedía durante el tiempo en que Jesús predicó a la gente hace muchos años? El evangelio de hoy nos habla de un milagro con la gran pesca. Este milagro sucedió, y los milagros siguen sucediendo en nuestro mundo hoy en día porque Dios nunca deja de amarnos y nunca nos abandona.

Cuando nuestros fracasos se convierten en éxito, cuando la tristeza se convierte en alegría, cuando sentimos ganas de rendirnos y luego renovamos la confianza, todos estos son milagros. Dios siempre está pendiente de nosotros, sólo necesitamos ver sus planes para nosotros. Un verdadero milagro no es obtener grandes cantidades de dinero, o éxito o alguna cura. Es un cambio para mejor, un cambio para más, un cambio en nuestra forma de vida, ser elevados de nuestra vida diaria ordinaria a compartir nuestro amor por Cristo con los demás.

Para ver el milagro en nuestras propias vidas, primero debemos escuchar a Dios y obedecer cuáles son sus planes para cada uno de nosotros, y seguir a donde Él nos está guiando cada día, no sólo los domingos. Simón había estado pescando en aguas profundas todo el día y terminó con las redes vacías, entonces Jesús le dijo que se alejara un poco y echara sus redes. Ahora bien, cualquier pescador verdadero sabe que cuanto más se aleje de la orilla, mayores serán sus posibilidades de atrapar algún pez, pero Simón escuchó a Jesús y se quedó cerca de la orilla. Si Simón no hubiera escuchado cuando Jesús le habló, se habría perdido ese milagro.

Estén atentos a los milagros en sus propias vidas, porque lo que podría ser algo común podría ser solo una señal de Dios. Yo solía viajar por negocios por todo el mundo y en uno de esos viajes, una compañera de trabajo me dijo que recogía piedritas de sus amigos cuando viajaban a diferentes estados. Ella no tenía una piedra de Ohio y sabía que yo estaba planeando parar allí en mi próximo viaje. Mientras estuve en Ohio pasé mucho tiempo con mi familia y acordarme de llevarle una piedra no estaba en lo más alto de mi lista. Pero justo antes de dirigirme al aeropuerto, decidí parar en el cementerio y visitar la tumba de mi padre. Mientras estaba allí, me pregunté si había sido una buena hija, si había hecho lo suficiente para que mi padre supiera que realmente lo amaba. Fue entonces cuando recordé que me olvidé de buscar la piedra.

Miré hacia abajo y allí, en la tumba de mi padre, había unas cuantas piedras pequeñas. Tomé una, la metí en mi bolso y me dirigí a casa. Al día siguiente en el trabajo, fui y coloqué esa piedra, sin mirarla, en el escritorio de mi compañera de trabajo y le expliqué de dónde la había sacado. Ella solo me miró y me dio las gracias. Unos minutos después, vino a mi escritorio y me preguntó si quería la piedra de vuelta porque cuando la dio vuelta y vio el lado que había estado contra el suelo del cementerio, había lo que parecía una carita sonriente marcada en la piedra. Supe entonces que tanto mi Padre Celestial como mi padre biológico me amaban y sabían que yo los amaba. Para mí, esto fue un milagro, ¿qué piensas? Así que, estate atento a esos pequeños milagros que ocurren todo el tiempo. (PC)

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