The readings this week are not easy to hear. Jesus says He did not come to bring peace, but fire. He warns that even families will be divided because of Him. His words are bold and direct. This may be hard to accept, but it is true. Poor Jeremiah gets thrown into a reservoir, because he was speaking the truth, but people wanted him to be gone. When he was in the mud did he stop trusting in God? No and God sent someone to help him. We are reminded to keep going, to stay strong just like Jesus did when he faced being nailed to the cross. Jesus did not give up and neither should we. We hear that we need to be honest and ready to follow Jesus even when we are facing trouble. We need to stand with Jesus even when others turn away.

We need to look at our own faith with clear eyes. We need to face our sins, not give up, but to conquer our sins by not losing heart even until the very end. Following Jesus is not easy. It may mean facing opposition, even from those closest to us. Jesus speaks of bringing division, not peace. Faith can lead to disagreements and even conflict within families and communities.

Remember that we are not alone in our struggles because the Holy Spirit gives us courage to make the right choices, even when others pressure us to do wrong. Life is like a race where the goal is to see God face to face. Jesus uses the image of fire to illustrate the demands of true discipleship. The fire represents God’s love and the Holy Spirit, ignited in us through Baptism and strengthened by Christ’s sacrifice. True discipleship involves a deep commitment to holiness, which may lead to division and hardship, even among families.

Did you know that fire, represents God. Throughout the Bible, fire shows God’s presence, like the burning bush or the pillar of fire that guided the Israelites. In our liturgy and sacraments, fire is also important. The Easter candle and baptismal candles remind us of the light of Christ. Fire has the power to change things. It melts wax, and cooks our food, making it safe to eat. But fire can also destroy if we do not respect it. Fire can shake things up, burning away what is harmful and leaving only what is good. This is how the fire of God works in our lives.

We are invited to let the fire of Christ take hold of us. This fire can change us in ways we might not expect. It can challenge our old habits and ways of thinking. Though it might be uncomfortable, this change is necessary for us to grow closer to God. The fire of God’s love warms and lights our path, guiding us to be the people He calls us to be. (PC)

---

Jesús trae fuego y división

Las lecturas de esta semana no son fáciles de escuchar. Jesús dice que no vino a traer paz, sino fuego. Advierte que incluso las familias se dividirán por su culpa. Sus palabras son contundentes y directas. Puede ser difícil de aceptar, pero es cierto. El pobre Jeremías fue arrojado a un estanque porque decía la verdad, pero la gente quería que se fuera. Cuando estaba en el lodo, ¿dejó de confiar en Dios? No, y Dios envió a alguien para ayudarlo. Se nos recuerda que debemos seguir adelante, mantenernos fuertes como lo hizo Jesús cuando se enfrentó a ser clavado en la cruz. Jesús no se rindió y nosotros tampoco deberíamos hacerlo. Escuchamos que debemos ser honestos y estar dispuestos a seguir a Jesús incluso cuando enfrentamos problemas. Necesitamos permanecer con Jesús incluso cuando otros nos dan la espalda.

Necesitamos mirar nuestra propia fe con claridad. Necesitamos enfrentar nuestros pecados, no rendirnos, sino vencerlos sin desanimarnos ni siquiera hasta el final. Seguir a Jesús no es fácil. Puede significar enfrentar oposición, incluso de nuestros seres queridos. Jesús habla de traer división, no paz. La fe puede generar desacuerdos e incluso conflictos en familias y comunidades.

Recuerda que no estamos solos en nuestras luchas, porque el Espíritu Santo nos da la valentía para tomar las decisiones correctas, incluso cuando otros nos presionan para hacer el mal. La vida es como una carrera cuyo objetivo es ver a Dios cara a cara. Jesús usa la imagen del fuego para ilustrar las exigencias del verdadero discipulado. El fuego representa el amor de Dios y el Espíritu Santo, encendidos en nosotros a través del Bautismo y fortalecidos por el sacrificio de Cristo. El verdadero discipulado implica un profundo compromiso con la santidad, lo cual puede llevar a división y dificultades, incluso en las familias.

¿Sabías que el fuego representa a Dios? A lo largo de la Biblia, el fuego muestra la presencia de Dios, como la zarza ardiente o la columna de fuego que guió a los israelitas. En nuestra liturgia y sacramentos, el fuego también es importante. El cirio pascual y las velas bautismales nos recuerdan la luz de Cristo. El fuego tiene el poder de cambiar las cosas. Derrite la cera y cocina nuestros alimentos, haciéndolos seguros para comer. Pero el fuego también puede destruir si no lo respetamos. El fuego puede sacudir las cosas, quemando lo dañino y dejando solo lo bueno. Así es como el fuego de Dios obra en nuestras vidas.

Estamos invitados a dejar que el fuego de Cristo nos domine. Este fuego puede cambiarnos de maneras inesperadas. Puede desafiar nuestros viejos hábitos y formas de pensar. Aunque pueda ser incómodo, este cambio es necesario para acercarnos a Dios. El fuego del amor de Dios calienta e ilumina nuestro camino, guiándonos a ser las personas que Él nos llama a ser. (PC)

BACK TO LIST